lunes, 7 de enero de 2013

Las cartas de Fatima Primera parte


El 13 de mayo de 1917, tres niños que trabajaban de pastores dijeron haber visto a la Virgen en la llamada Cova da Iría (“cueva de Irene”, antigua santa local) junto a Fátima (Portugal). A partir de entonces, durante los días posteriores y hasta el 13 de octubre, se reunieron en el lugar miles de personas que pretendían ser testigos de dichas apariciones las cuales estuvieron supuestamente precedidas por la aparición de un ángel durante la primavera de 1916 en la cueva "Loca de Cabeco". En el transcurso de dichos actos los tres niños afirmaron que la Virgen María les reveló tres mensajes, conocidos popularmente como los tres secretos o los tres misterios de Fátima.

Los niños llegaron a afirmar que la Virgen les recomendó rezar el rosario y dijeron además que depositó en Lucía los tres mensajes mencionados. Además, afirman, le pidió a Lucía que se construyera una capilla en aquel lugar. El contenido de los mensajes era el final de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la muerte prematura de sus primos, Francisco (6-11-1908 - 4-4-1919) y Jacinta (3-10-1910 - 2-20-1920); la Segunda Guerra Mundial y una señal del cielo anunciando su llegada; la conversión de Rusia, que se considera cumplida con la desintegración de la URSS en 1990; y, finalmente, el tercer y mejor guardado secreto, la predicción del atentado contra el Papa Juan Pablo II acaecido el 13 de mayo de 1981. Al develarse el contenido del último de los mensajes de la Virgen de Fátima se desechó toda posibilidad de que éste último tuviera alguna conexión con el Fin del mundo.

Los niños dicen que en los mensajes, la Virgen hizo hincapié en la importancia del rezo del rosario para la conversión de los pecadores y del mundo entero. El tercer secreto no fue escrito, aunque sí se anunció su existencia. Por esa razón, cuando sor Lucía cayó gravemente enferma en 1943, el obispo de Leiria-Fátima le pidió que lo redactara para que, en caso de fallecimiento, no se perdieran las palabras de la Virgen. Sor Lucía le exigió que se lo ordenara y así lo hizo. No obstante, hasta el 2 de enero de 1944 y previa supuesta aparición de la Virgen María que confirmó a la monja que ésa era también su voluntad, sor Lucía no obedeció la orden del obispo.

Una vez puesto por escrito y guardado en un sobre lacrado, fue entregado al obispo Ferreira, quien, a su vez, se lo dio en mano al Oobispo de Leiria-Fátima, en cuyo poder permaneció hasta 1957.En esa fecha, Venancio, obispo auxiliar de Leiria-Fátima se lo entrego al nuncio apostólico en Lisboa para su envío al Vaticano. Sin embargo, Venancio, según declaró más tarde, había examinado al trasluz el sobre y había podido comprobar que el texto del tercer secreto ocupaba unas veinte o veinticinco líneas, bastante más que la revelado el 13 de mayo por el Vaticano.

Hagamos notar en este punto que el poner por escrito el secreto había movilizado a dos obispos y a la propia Virgen, algo que no se entiende demasiado bien habida cuenta de su contenido. Siguiendo la peripecia del sobre lacrado, éste llegó el 16 de abril de 1957 al Vaticano, donde el papa Pío XII lo guardó sin leer, ya que sor Lucía había insistido en que la Virgen -en una nueva aparición- le había pedido que permaneciera secreto hasta su muerte -la de Sor Lucía- o, en cualquier caso, hasta 1960, año en el año que se debería hacer público su contenido, porque entonces "sería mejor entendido". En 1959, Juan XXIII abrió el sobre y leyó su contenido, que le fue traducido por Paulo José Tavárez. El Papa ordenó que le fuera comunicado al cardenal Ottaviani, prefecto de la Santa Sede. El resultado de estas lecturas no se hace esperar. El 8 de febrero de 1960, la Santa Sede hizo público un comunicado en el que afirmaba que no pensaba divulgar el contenido del secreto y añade: "Aunque la Iglesia reconoce las apariciones de Fátima, no tiene el deseo de asumir la responsabilidad de garantizar la veracidad de las palabras que los tres pastorcitos -en realidad de sólo uno de ellos, sor Lucía- dijeron que la Virgen María les había dirigido". Esto sólo puede significar que el Vaticano no creía que el texto del secreto transmitido por sor Lucía correspondiera a algo realmente dicho por la Virgen, lo que, es incomprensible si éste fuera el recientemente publicado.

Puestas así las cosas, ¿es lícito suponer que el texto autorizado para su divulgación no es el que sor Lucía escribió? Tenemos dos pistas para suponer que es así. Por un lado, las declaraciones de personajes tan cualificados como el obispo de Liria-Fátima, Cosme do Amaral, quien aseguró en el aula magna de la Universidad Técnica de Viena que: "Su contenido -se refería al tercer misterio- sólo concierne a nuestra fe. Identificar el secreto con anuncios de catástrofes o con un holocausto nuclear es distorsionar el significado del Mensaje. La pérdida de la fe de un continente es peor que la aniquilación de una nación; y ciertamente la fe está disminuyendo considerablemente en Europa". Estas declaraciones confirmaban otras del cardenal Ratzinger, según las cuales, el tercer misterio se refiere "a los peligros que amenazan la fe y la vida de los cristianos". La otra pista que tenemos es el testimonio de la propia sor Lucía. En una carta fechada el 22 de mayo de 1958 y dirigida al padre Fuentes, encargado de la causa de beatificación de los otros dos pastorcitos, dice que "la Virgen ha dicho expresamente: 'Nos acercamos a los últimos días', y me lo ha repetido tres veces". A una persona que le preguntó por el contenido del tercer secreto, le respondió: "Está en el Evangelio y en el Apocalipsis, léalos".
Habra quw buscarlos.......

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las criticas y los comentarios son siempre bien recibidas,mas aun,son necesarias.El historiador es como un profeta,pero al reves,ambos son humanos y factibles de errores entonces,son los lectores los indicados para marcarlos y obligar al redactor a recuperar el buen camino en la investigacion.